En las próximas citas de esta actividad introduciremos algunas modificaciones para que se respeten escrupulosamente todos los derechos de los participantes, tanto el derecho a la intimidad más absoluta, como el derecho a recibir un trato respetuoso y digno por parte de todos los miembros de la comunidad educativa. No permitiremos que una actividad tan bonita como esta sirva de plataforma para que los más desaprensivos, amparados en el anonimato, vejen con sus cartas a sus compañeros y compañeras. Agradecemos el esfuerzo realizado por todos los organizadores y solicitamos disculpas por aquellos aspectos que haya que mejorar. | |
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Un poco de historia… El Día de San Valentín es una celebración tradicional de países anglosajones que se ha ido implantando en otros países a lo largo del siglo XX principalmente en la que las parejas de enamorados expresan su amor y cariño mutuamente. Se celebra el 14 de febrero, onomástico de San Valentín. En algunos países se conoce como Día de los Enamorados y en otros como Día del Amor y la Amistad.En Anglo-américa hacia 1840, Esther A. Howland comenzó a vender las primeras tarjetas postales masivas de San Valentín, conocidas como «valentines», con símbolos como la forma del corazón o de Cupido, aunque con el auge de Internet se ha extendido la costumbre de intercambiar postales virtuales. También en este día es común la tradición de regalar rosas a aquellas personas a las que se tiene un especial afecto.Existen diversas teorías que otorgan a esta fecha el origen del Día de los Enamorados. En los países nórdicos es durante estas fechas cuando se emparejan y aparean los pájaros, de ahí que este periodo se vea como un símbolo de amor y de creación.Algunos creen que es una fiesta cristianizada del paganismo, ya que en la antigua Roma se realizaba la adoración al dios del amor, cuyo nombre griego era Eros y a quien los romanos llamaban Cupido. En esta celebración se pedían los favores del dios a través de regalos u ofrendas para conseguir así encontrar al enamorado ideal. |
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En la ganadería brava, donde los toros pastan libres y el ambiente es puro campo, hay vínculos que nacen sin esfuerzo. Uno de los más curiosos y entrañables es el que se forma entre un perro rural y un caballo rural. Ambos animales, aunque de especies distintas, comparten rutinas, espacios y tareas. Mientras el caballo recorre el campo con su jinete, el perro corre a su lado, vigilante. En esta convivencia diaria se desarrolla una relación basada en la lealtad y el respeto, forjada entre encinas y alcornoques, al ritmo pausado de la vida rural andaluza.
No es raro ver en las casas rurales Sevilla a perros y caballos viviendo juntos como parte del paisaje. La rutina los une: madrugan con los mismos sonidos, sienten el mismo viento y comparten incluso el mismo bebedero. El perro guía, avisa y protege; el caballo, tranquilo, acepta su compañía. Se entienden con miradas, con gestos. Esta relación aporta equilibrio a la finca, porque cuando estos animales están en armonía, el entorno fluye mejor. La conexión es tan fuerte que, cuando uno se aleja, el otro lo busca. Es amistad real, no solo costumbre o instinto.
La ganaderia brava no solo cría toros de lidia, también es el escenario perfecto para que surjan amistades animales únicas. La amplitud de los terrenos, la tranquilidad del entorno y la falta de distracciones tecnológicas permiten que perros y caballos interactúen con naturalidad. No hay jaulas ni límites artificiales; solo campo abierto, barro y sombra de encinas. Este entorno favorece la socialización animal, porque los perros no están encerrados y los caballos no están estresados. Esa libertad es la base de su vínculo: se escogen el uno al otro sin necesidad de intervención humana.
Esta amistad no solo es bonita, también es práctica. En tareas diarias como mover el ganado o vigilar los cercados, el perro y el caballo se entienden sin palabras. Mientras el perro corre por los laterales, el caballo avanza con paso firme, siguiendo órdenes. Juntos, forman un dúo eficiente. En una casa rural Sevilla dedicada al campo, esto es oro puro. Los animales ayudan al ganadero sin que él tenga que explicarlo todo cada día. La complicidad entre ellos agiliza el trabajo y reduce el estrés, tanto para el humano como para los propios animales.
Con el tiempo, la relación trasciende la utilidad. El perro duerme cerca del establo, el caballo relincha si no lo ve. Se crea una rutina emocional. Hay casos en los que, si uno enferma, el otro muestra signos de inquietud. Se cuidan. Esta amistad recuerda que los animales también sienten apego, que pueden establecer vínculos profundos. En muchas fincas, los trabajadores cuentan anécdotas de cómo estos dos animales se buscan, juegan y hasta se consuelan. No es exageración: es otro tipo de lenguaje, uno que solo se aprende con la observación diaria y sin prisa.
Quienes se alojan en casas rurales Sevilla suelen sorprenderse al ver este tipo de relaciones. No esperan encontrar un perro que cuide a un caballo, ni un caballo que acepte la compañía de un perro con tanta naturalidad. Esta experiencia añade valor a las estancias rurales. El turista no solo desconecta del estrés urbano, también aprende sobre los vínculos que la naturaleza permite. Ver esa amistad en directo cambia la percepción que uno tiene de los animales. Ya no son solo parte del decorado: son protagonistas silenciosos de una historia viva.
La amistad entre perro y caballo en la ganadería brava es una lección. Enseña sobre respeto, paciencia y convivencia sin ego. En un mundo que va rápido, estos animales demuestran que compartir, sin competir, es posible. El campo andaluz está lleno de ejemplos así, esperando a ser descubiertos. Si alguna vez visitas una finca o te alojas en una casa rural Sevilla, fíjate bien en esos pequeños gestos entre animales. Ahí está la verdadera magia del entorno rural: en las relaciones silenciosas, sinceras y constantes, que se dan sin que nadie las ordene.