Enhorabuena a nuestros campeones del Tour de Mates 2024-2024:
TOUR DE MATES 24-25 IES Tierras de Abadengo
Bar Europa y Bar Iluro: dos centenarios de Mataró que siguen cocinando como Dios manda
Hay lugares donde el tiempo no se ha detenido: simplemente ha aprendido a cocinar mejor. Mataró, esa ciudad con alma marinera y estómago agradecido, guarda dos joyas culinarias que no entienden de tendencias ni necesitan de nombres rimbombantes para llenar mesas. Son el Bar Europa, enclavado en el Camino Real, y el Bar Iluro, plantado con firmeza en plena Rambla, a dos pasos de la Plaza Santa Anna.
Ambos llevan más de cien años dando de comer con honestidad, sabor y memoria. Y lo siguen haciendo. No como reliquias que resisten el paso del tiempo, sino como referentes que han sabido mantener su esencia sin anclarse al pasado.
La buena cocina no necesita disfraz. No se aprende en tres meses de máster ni se improvisa con espuma de humo y platos de pizarra. La buena cocina se mama, se hereda, se pule cada día con oficio, con respeto al producto y con manos curtidas por el calor del fuego.
En el Bar Europa y el Bar Iluro no hay fuegos artificiales, hay fogones con alma. Hay fricandó que se deshace solo, sepia con albóndigas que te reconcilia con la vida y caldos que abrigan el cuerpo y el recuerdo. Todo servido sin alharacas, con esa elegancia sencilla que sólo dan los años y el compromiso.
Y entre tanto plato clásico, entre cucharones y cazuelas de hierro que han visto generaciones enteras, hay una clave que muchos no ven, pero que los profesionales entienden al primer vistazo: las campanas industriales que coronan estas cocinas no son un capricho ni un añadido moderno. Son, sencillamente, una necesidad.
Las campanas industriales no sólo extraen humo; extraen riesgos, incomodidades y distracciones. Permiten que el cocinero se concentre, que el producto respire, que el ambiente se mantenga limpio. Son, como el fuego o el cuchillo bien afilado, una extensión más del oficio.
En estos bares con alma, donde la historia se cocina cada día, no todo lo antiguo es mejor. Lo saben bien. Por eso, además de mantener viva la tradición, se han actualizado en lo imprescindible. Uno de esos avances es el filtro de lamas, ese discreto pero poderoso aliado que evita que la grasa invada cada rincón de la cocina, que facilita la limpieza y mantiene el aire respirable incluso en pleno servicio.
El filtro de lamas no se fotografía ni se menciona en las reseñas, pero marca la diferencia entre una cocina caótica y otra que respira profesionalismo. En Bar Europa y Bar Iluro se aplica esa filosofía: lo importante es que funcione, no que se vea.
Y claro, cuando uno ve cómo fluyen los platos, cómo se respeta el orden y la limpieza en medio del trajín del mediodía, entiende que ahí detrás hay más que experiencia: hay criterio, hay estándares, hay tecnología bien aplicada.
Muchos jóvenes emprendedores, con más entusiasmo que experiencia, se lanzan a abrir cocinas sin entender los fundamentos. Luego vienen los problemas: malos olores, ambientes pesados, grasa en cada esquina, clientes que no repiten. Comprar campana industrialno es un gasto: es el primer paso para una cocina que quiere durar más de dos años.
En estos dos bares centenarios lo entendieron hace tiempo. Lo que dura es lo que se cuida, lo que se mejora, lo que se adapta sin perder su esencia. Así como no se improvisa una receta de éxito, tampoco se improvisa un espacio donde cocinar con seguridad, comodidad y respeto al comensal.
Las campanas industriales y sus filtros de lamas no están ahí por estética. Están porque permiten que todo lo demás funcione.
En un tiempo en el que muchos bares cierran al año de abrir, donde las modas duran menos que una sobremesa, estos dos establecimientos de Mataró siguen llenos. Y no sólo de gente mayor que busca recuerdos. También de jóvenes que han aprendido que el sabor no se encuentra en una foto de Instagram, sino en el fondo de una cazuela bien hecha.
Bar Europa y Bar Iluro han demostrado que no hay que elegir entre tradición y profesionalismo. Han elegido ambos. Y esa es su receta secreta.
Mantienen lo que vale —las recetas, los valores, el trato cercano— y actualizan lo que exige la modernidad —los sistemas de ventilación, los procesos, los detalles técnicos—. Ese equilibrio no lo enseñan en ninguna escuela. Se gana con años, con servicio, con escuchar al cliente y cuidar al equipo.
No hablamos solo de lugares donde se almuerza. Hablamos de rincones que han visto pasar la historia de Mataró a cucharadas. De espacios donde cada mesa tiene anécdotas, donde cada plato ha salido con intención. Donde el humo no molesta porque hay un buen sistema de extracción, y donde cada servicio es una coreografía ensayada durante décadas.
Y mientras otros reinventan la cocina, estos dos bares siguen fieles a lo que les ha hecho grandes: la auténtica cocina catalana de toda la vida, bien hecha, bien servida y mejor recordada.
El aroma que sale de sus puertas es un aviso: aquí se cocina de verdad. Y se seguirá cocinando así mientras existan paladares que prefieran el fondo al adorno.