Los alumnos del Instituto han elaborado una serie de carteles murales colgantes que contienen viñetas con dibujos y caricaturas del ingenioso humorista y periodista Forges (recientemente fallecido) para celebrar el Día Internacional de la Mujer que, como de costumbre, tuvo lugar el pasado 8 de marzo. El profesor de Artes Plásticas y Audio Visuales, Ramón, ha orientado los trabajos de cada equipo de alumnos con un sentido del humor remarcable. Otro buen trabajo expuesto ha sido el elaborado por el Departamento de Ciencias, un mural de gran tamaño donde se recoge un nutrido grupo de mujeres científicas aparecidas a lo largo de la Historia, junto a sus correspondientes breves biografías. Estos trabajos permanecerán expuestos repartidos por los distintos pasillos del Centro durante varias fechas para ser vistas por cuantas personas lo deseen. |
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Abrir un bar en Sevilla: lo que nadie te cuenta y debes saber desde ya.
Sevilla. Ciudad de sol, tapa, caña y tertulia eterna. Abrir un bar aquí no es solo negocio: es meterse en la piel del arte, como quien canta por bulerías con la frente bien alta. Pero ojo, amigo mío, porque montar un bar sevillano no es solo poner cuatro mesas en la acera y encargar una freidora por Amazon. No. Aquí hay que tener las cosas claras, el papeleo a punto y el Ayuntamiento contento. Porque como se te ocurra abrir sin las licencias necesarias para abrir un bar, te cierran el chiringuito antes de que sirvas la primera Cruzcampo.
La licencia de actividad es como el permiso de tu madre para salir hasta tarde: si no lo tienes, la noche se te acaba antes de tiempo. Esta autorización municipal acredita que tu local cumple con los requisitos técnicos, medioambientales y de seguridad para ejercer la actividad comercial. Vamos, que si quieres abrir un bar, una tasca o una cervecería con gracia, necesitas pasar por este aro.
Hay dos tipos, según el tipo de negocio que vayas a montar:
Actividades inocuas, para los bares pequeñitos, sin cocina con extracción ni música. Aquí la cosa es más sencilla.
Actividades calificadas, si hay cocina industrial, terraza o música en directo. Prepárate para inspecciones, informes técnicos y más de una vuelta al Ayuntamiento.
Y no, no vale eso de “yo lo abro y ya iré viendo”. Porque sin licencia, cada día que abras estás expuesto a multas, precintos, denuncias vecinales y el temido cierre cautelar. Sevilla tiene arte, sí, pero también mucho funcionario con sello y bolígrafo.
No se trata de llenar carpetas como si fueras opositor, pero casi. Para conseguir las licencias necesarias para abrir un bar, tendrás que presentar lo siguiente:
Memoria técnica: que recoja las características del local y de la actividad.
Proyecto técnico firmado por un arquitecto o ingeniero colegiado (sí, también hay que pagarle).
Plano del local con distribución, accesos, instalaciones y evacuación.
Certificado acústico, si hay música o aparatos que puedan generar ruido.
Autorizaciones de industria y sanidad, si manipulas alimentos.
Licencia de obras, si vas a hacer reformas.
Y si estás pensando en alquilar un local que ya fue bar, tampoco te fíes. La licencia no se hereda. Hay que renovarla o adaptarla a la nueva actividad.
En Sevilla hay muchos locales con encanto, pero no todos son aptos para montar un bar sevillano. El espacio debe cumplir con los requisitos de accesibilidad, seguridad y ventilación. Y si tiene terraza, aún más cuidado, porque ahí entra Urbanismo, Medio Ambiente y hasta la Policía Local si te descuidas.
El bar sevillano de tus sueños necesita cumplir, como mínimo, con:
Salida de humos homologada si hay cocina.
Aislamiento acústico si piensas tener música.
Aseos adaptados.
Sistema de ventilación mecánica o natural.
Instalación eléctrica revisada.
Y si crees que puedes abrir primero y adaptarte después, ya puedes ir metiendo en el presupuesto las sanciones. Porque los vecinos aquí tienen buen oído y mejor WhatsApp. Y no tardan ni medio día en avisar a los municipales.
Aquí viene lo bueno: en teoría, puedes presentar una declaración responsable y abrir “provisionalmente” mientras te revisan los papeles. Pero ojo, que provisional no significa sin consecuencias. Si has mentido en algo, si te falta un informe o si el inspector pasa y ve una freidora donde no debería haberla... te cierran el local y te cae una multa.
Así que mejor hacerlo todo con cabeza, y si puedes, de la mano de un técnico que ya se conozca los pasillos del Ayuntamiento mejor que su propia casa. Porque conseguir las licencias necesarias para abrir un bar no es solo rellenar formularios. Es entender el lenguaje de la burocracia sevillana, que es como el flamenco: lleno de compases ocultos y giros inesperados.
Abrir un bar cuesta. Y no solo por la reforma o el mobiliario. Solo en licencias, tasas, informes técnicos y permisos puedes dejarte entre 2.000 y 6.000 euros fácilmente. A eso súmale el alta de autónomos, el registro sanitario, el extintor, el cartel de no fumar y la rampa para minusválidos.
¿Y merece la pena? Si haces las cosas bien, claro que sí. Sevilla es una ciudad viva, con cultura de calle y de barra. Pero si vas improvisando, creyéndote más listo que el sistema, lo único que conseguirás es cerrar antes de tiempo, endeudado y frustrado.
Contrata a un técnico que se encargue de todo. El dinero que inviertes aquí te ahorra dolores de cabeza.
No firmes alquileres sin comprobar antes si el local es viable. Hay muchos que fueron bares pero no pueden volver a serlo sin una reforma importante.
Consulta el PGOU (sí, el Plan General de Ordenación Urbana). Te dirá si tu actividad es compatible en esa zona.
Habla con los vecinos. Saber a lo que te enfrentas desde el principio puede ahorrarte conflictos.
Montar un bar aquí no es como abrir la persiana y esperar que entre gente. Es una carrera de obstáculos, de papeles, de permisos y de cumplir con cada norma al pie de la letra. Pero si lo haces bien, si te rodeas de profesionales y te tomas en serio cada paso, tendrás la oportunidad de formar parte de ese paisaje urbano sevillano que tantos admiramos: la barra repleta, el olor a montadito de pringá, el bullicio de voces y risas que hacen de esta ciudad un lugar único.
Y recuerda: no se trata solo de tener ganas, sino de tener permisos. Porque en esta ciudad, como en la vida, lo improvisado tiene arte… pero lo bien hecho, dura para siempre.