VII Concurso de Ortografía Abadengo La Alberca acoge la fase final del VII Concurso de Ortografía Abadengo para alumnos de secundaria. |
|
El IESO Las Batuecas ha celebrado la Fase Final del VII Concurso de Ortografía Abadengo en la Casa del parque, de La Alberca, en el que participa nuestro Centro. La entrega de premios tuvo lugar a las 12:30 del día 28 de febrero en el Teatro Municipal de La Alberca. El acto de entrega ha estado presidido por el alcalde de La Alberca, Miguel Ángel Luengo. Al acto han acudido participantes de los 19 centros de la provincia, sus profesores, los alumnos del Instituto IESO Las Batuecas, de La Alberca, patrocinadores locales del acto, además de representantes del AMPA del centro. Ganadores de los premios 1º Premio: Jorge Fernández Fernández (IES Fernando de Rojas, Salamanca) Premio entregado por la profesora fundadora del concurso hace 7 años, Carmen Garduño, miembro del Dpto. de Lengua del IES Tierras de Abadengo, donde se originó este loable evento, en su momento. 2º Premio: Ismael Tamames Velasco (IES La Vaguada, Salamanca) 3º Premio: Nerea Sanchón Rodríguez (IES Fernando de Rojas, Salamanca) Los regalos han consistido en aparatos electrónicos, IPad para el 1º, cámara digital para el 2º y libro electrónico para el 3º, y productos típicos donados por los comercios de la localidad patrocinadores del evento. |
|
|
Todo lo que no le han contado sobre las etiquetas de extintores.
Señoras, señores, empresarios del alma y guardianes del bienestar laboral, vamos a hablar hoy de algo que nadie quiere tocar hasta que huele a humo. Y no, no hablamos de reformas fiscales ni de promesas electorales, hablamos de extintores. Esos cilindros que cuelgan de la pared y que, entre nosotros, rara vez miramos con atención... hasta que se convierten en la última esperanza entre usted y un incendio que amenaza con llevarse el archivo de toda una vida.
Y como diría un viejo amigo de Sevilla: “Lo urgente quita tiempo a lo importante… hasta que lo importante también se vuelve urgente”. Así que hablemos, con propiedad, con pausa y con el respeto que merece el tema, de las etiquetas de extintores, esos pequeños adhesivos ignorados por la mayoría y venerados por los que saben.
No se trata solo de una pegatina con letras. No, no. La etiqueta de un extintor es su DNI, su historial clínico y su tarjeta de embarque a la legalidad. Indica tipo de agente extintor, fecha de carga, próxima revisión, presión óptima, temperatura de operación, homologación y normativa vigente. ¿Le parece poca cosa?
Sin esa etiqueta, usted está caminando sobre brasas. No sabrá si su extintor está en condiciones, si es adecuado para un incendio eléctrico o uno de grasa, ni si lo han revisado en esta década. Lo dicho, un cilindro misterioso colgado en la pared, tan útil como una brújula sin norte.
Aquí entramos en el arte de saber leer entre líneas. Las etiquetas deben especificar si el extintor es:
De agua: Eficaz para papel, madera y tejidos, pero mortal si se le ocurre usarlo en una instalación eléctrica.
De polvo ABC: El más común y versátil. Apaga desde papeleras hasta cocinas, pasando por circuitos eléctricos.
De CO₂: Perfecto para zonas eléctricas. No deja residuo, pero cuidado con espacios cerrados.
De espuma: Ideal para líquidos inflamables.
De agentes limpios: Tecnología de punta para entornos delicados como centros de datos.
Cada uno lleva una etiqueta específica, con pictogramas universales y texto detallado, a menudo en varios idiomas. Y si no los tiene, si la etiqueta está ilegible o en chino mandarín sin subtítulos… más vale que corra a sustituirlo.
Cuando hablamos de etiqueta de extintores, hablamos de responsabilidad legal. Las aseguradoras exigen que cada unidad esté etiquetada, revisada y registrada. No basta con tener el extintor: debe tener su etiqueta visible, en regla y actualizada.
Imagínese que ocurre un conato de incendio, se activa el extintor… y no funciona. Luego revisan y ven que la etiqueta caducó hace dos años. No sólo le rechazan la cobertura del seguro: le pueden caer sanciones por negligencia. Porque en este país, ya lo sabemos, el papelito lo aguanta todo… pero el fuego, no.
La etiqueta también es el registro de mantenimiento. No se trata de un adorno ni de una sugerencia amistosa. La legislación obliga a realizar:
Una inspección visual mensual (puede hacerla usted).
Una revisión semestral (por empresa autorizada).
Una prueba hidráulica cada cinco años.
Cada intervención debe reflejarse en la etiqueta o en el documento técnico. Porque ya sabemos cómo funciona esto: cuando llega la inspección de riesgos laborales, no vale decir “creía que estaba bien”. Hay que mostrar fechas, firmas y número de registro.
Ojo con este punto. No sirve cualquier impresora ni cualquier técnico “de confianza”. Las etiquetas de extintores deben ser emitidas por empresas acreditadas, inscritas en el registro correspondiente y con técnicos formados.
Las etiquetas deben:
Ser resistentes al agua, calor y agentes químicos.
Incluir información legible y precisa.
Estar colocadas de manera fija y visible.
Si su proveedor le entrega un extintor con una etiqueta mal pegada, con errores ortográficos o sin sellos… huya, corra, cambie de proveedor.
Ya que hablamos de etiquetas, hablemos también de quién las pone. El mantenimiento de extintores no se improvisa. Busque:
Empresas con certificación ISO o acreditación por su comunidad autónoma.
noticias de empresas que presten este servicio especializado.
Presupuestos transparentes y sin letra pequeña.
Etiquetas legibles, actualizadas, con códigos y fechas bien claras.
Y, sobre todo, atención al servicio posventa. Porque el extintor no es un objeto decorativo, sino un seguro de vida en caso de emergencia.
La seguridad comienza por lo pequeño. Y la etiqueta del extintor, aunque discreta, es vital. Es la diferencia entre estar preparado o improvisar cuando todo se viene abajo. Entre cumplir con la normativa o arriesgarse a multas, incendios y consecuencias legales.
Revise hoy sus extintores. Mire bien las etiquetas. Y si no entiende lo que pone, o no hay nada que leer… actúe. Porque cuando el fuego llama, ya es tarde para leer letras pequeñas.