LAS CÁMARAS DE GOOGLE-MAPS EN EL CENTRO
Escrito por Administrador General, miércoles 9 de abril de 2014 , 04:58 hs , en Divulgación 14

Ayer, 8 de abril, el vehículo de Google-Maps estuvo a las puertas de nuestro centro.

Para que todos podamos disfrutar de este impresionante servicio, alguien se tiene que encargar de fotografiar todos nuestros municipios; pues bien, aquí tenéis uno de los vehículos que se encarga de tal cometido. Como podéis apreciar lleva instalado un potente equipo que recoge infinidad de imágenes panorámicas de los lugares por los que circula. Todas ellas quedan a vuestra disposición en Google-Maps. Gracias a nuestra orientadora Mónica, por compartir estas imágenes del vehículo.

 



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  • Rosa el miércoles 9 de julio de 2025, 23:53 hs

    Cuando Gijón respira humo: el fuego que alteró la calma de un mediodía cualquiera

    Cuando Gijón respira humo: el fuego que alteró la calma de un mediodía cualquiera.

    El incendio que recordó a todos que en la cocina no hay margen para errores

    A plena luz del día, cuando Gijón se despereza y se entrega al trajín del mediodía, un rugido distinto al del tráfico interrumpe la rutina. Un rugido caliente, voraz, que asciende como un puñetazo de humo negro entre las fachadas del cruce entre Manuel Llaneza y Decano Prendes Pando. Un restaurante, de esos con alma de barrio y brasas de tradición, se convierte en epicentro de un incendio en Gijón que dejó a muchos con el corazón en la garganta y la comida a medio servir.

    El protagonista involuntario: El Quinto, restaurante-vinatería con clientela fiel y olor a cocina que abraza. Lo que debía ser otro servicio con platos al punto y vinos a temperatura perfecta, se transformó en un infierno súbito cuando una freidora, esa vieja compañera de batalla de toda cocina, decidió rebelarse.

    Un fogonazo que lo cambia todo

    No hubo prólogo. El fuego no avisa, simplemente arde. La freidora, quizás mal revisada o simplemente víctima del destino, se encendió como un demonio y trepó por los conductos de ventilación con la misma rapidez con la que uno pronuncia un “¡fuego!”. La dueña, con temple asturiano pero rostro desencajado, lo narró después: “Encendimos la freidora, y sin más, una llamarada al techo y humo por doquier”. A partir de ahí, todo fue correr.

    El 112 no tardó en sonar. Los bomberos llegaron como balas, dos dotaciones —una de intervención rápida y otra con escalera— y tres patrullas de Policía Local cerraron el perímetro y desviaron el tráfico. El humo, espeso y denso como los silencios incómodos, se adueñó de la escena. No era una anécdota. Era un incendio en Gijón en toda regla.

    La cocina: ese lugar donde el fuego es amigo y enemigo

    Que no se nos olvide: una cocina profesional es una zona de guerra con aceite caliente y tiempos ajustados. El fuego convive con la prisa, y el descuido —mínimo, ínfimo— puede convertir un servicio en un desastre. Aquí, lo que estalló fue una freidora. Mañana puede ser una campana mal desengrasada, un enchufe sobrecargado o un filtro obstruido.

    Es entonces cuando toca preguntarse: ¿cuántos locales están realmente preparados para este tipo de situaciones?. Porque entre tanto menú del día y sonrisa al cliente, pocos se detienen a pensar en un sistema de extinción automática bajo la campana. Y eso, queridos lectores, puede marcar la diferencia entre cerrar por un día... o no volver a abrir jamás.

    La tecnología no es un lujo: es supervivencia

    La palabra clave es prevención. Y en ella, los sistemas automáticos de extinción juegan un papel vital. Funcionan sin intervención humana, detectan el fuego, liberan el agente extintor y, en segundos, controlan el infierno antes de que se convierta en noticia.

    Lo que ocurrió en este restaurante de Gijón podría haber sido contenido en sus primeros compases con un sistema bien instalado. Pero no, se necesitó la pericia de los bomberos y la buena suerte de un local aún no lleno hasta la bandera para que no acabara en tragedia.

    Ahora bien, hay que hablar claro: invertir en seguridad no es gastar dinero, es blindar el futuro de un negocio. Cada día más propietarios lo entienden y preguntan cuál es el precio sistema automático de extinción de incendios en cocinas. Y hacen bien. Porque el susto cuesta caro.

    Del humo a la reflexión: cuando el incendio deja heridas invisibles

    Una vez sofocado el fuego inicial, el susto no termina. El humo lo invade todo, desde las cortinas hasta los pulmones de los que aún jadeaban afuera. La calle, tomada por clientes con servilletas aún en mano, fue testigo de una escena tan común como aterradora: el negocio se detiene, pero las consecuencias siguen.

    Y aquí viene lo peor. A las 20:30, ya con la esperanza de haber pasado el mal trago, el fuego volvió a activarse. Lo que quedaba oculto entre los materiales calcinados resurgió. Una segunda intervención de bomberos fue necesaria. Y esto, estimado lector, es lo que ocurre cuando no hay una extinción automática bien instalada: el enemigo se esconde y ataca de nuevo.

    Cada segundo cuenta: actuar antes de que el fuego hable más fuerte

    Hay que dejar de pensar en términos de “si pasa” y empezar a actuar como si fuera inevitable. Porque lo es. Las estadísticas no mienten: las cocinas son puntos críticos. Y un sistema de extinción automática no es un lujo para restaurantes de alta gama, es una necesidad para todos.

    No hay heroísmo en enfrentarse al fuego con trapos mojados. Ni gloria en cerrar un local por humo en las paredes. Lo que hay es pérdida, incertidumbre, y sobre todo, culpa por no haber actuado antes.

    Después del fuego: el verdadero coste

    El restaurante El Quinto, al menos por 24 horas, cerró sus puertas. El tiempo justo para ventilar, limpiar, revisar el sistema eléctrico y esperar el visto bueno. Pero el impacto real va más allá: reputación, miedo en el personal, facturación interrumpida. Todo por una freidora, sí, pero también por una decisión que no se tomó a tiempo.

    Cada negocio tiene su historia. Cada cocina, sus fuegos. Pero todos tienen en común una cosa: pueden prevenir un desastre si deciden invertir en seguridad antes del primer chisporroteo.

    Lección escrita en humo: prevenir o apagar

    Gijón vivió un aviso, un recordatorio de esos que no se olvidan. Y no hay excusas válidas cuando se trata de la seguridad de clientes, empleados y patrimonio. Instalar un sistema automático de extinción bajo campana industrial no es un trámite: es un salvavidas.

    No basta con tener extintores, ni con saber a quién llamar. La respuesta tiene que estar instalada, conectada y activa antes de que el fuego decida hablar.

    Gijón ya sabe lo que es correr con el corazón en un puño mientras el humo sube por las paredes. Que no se repita. Y si se repite, que nos pille preparados, con válvulas cargadas y sensores despiertos.

    Porque entre un susto y una tragedia hay tan solo segundos... y una decisión previa bien tomada.



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