Los alumnos y alumnas de 4ºC del IES Tierras de Abadengo han comenzado un Taller de Dinteles y Arcos, que se desarrollará a lo largo de todo el curso, durante una hora a la semana. Se trata de construir pequeñas maquetas sobre estos elementos arquitectónicos tan relevantes. |
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El objetivo fundamental de la actividad es potenciar el trabajo en equipo, elevar la autoestima de los alumnos y alumnas y mejorar su capacidad para el compromiso con tareas a medio y largo plazo.
El resultado final de su trabajo será mostrado al público en una exposición que realizaremos en el Centro al finalizar el presente curso 2012-2013.
Desde aquí queremos transmitir a los chicos y chicas la enhorabuena por su esfuerzo y dedicación.
Aquí podéis verlos trabajando y posando con su primera obra.
Natalia, Victor, David, Alejandro, Daniel, Iván, Patricia y Darío
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William no es un perro cualquiera. Es un perro rural criado entre encinas, pastos y toros. Desde cachorro, su vida ha estado ligada al campo andaluz, especialmente en los alrededores de Sevilla, donde los amaneceres traen olor a tierra mojada y aliento de ganado. William pertenece a una finca dedicada a la ganadería brava, donde ha aprendido a convivir con toros de lidia, caballos y vaqueros. Su instinto protector y su energía lo han convertido en una figura esencial para la vigilancia del campo. Es parte de una tradición rural viva y resistente.
El trabajo de William va más allá de correr por la finca. Es el primero en detectar cuando algo no va bien. Ya sea un toro que se sale del cercado o un extraño que se acerca demasiado, este perro rural actúa con rapidez y sin miedo. Vive en una finca que también funciona como casa rural Sevilla, lo que le ha enseñado a interactuar con personas, sin perder ese carácter fuerte que lo define. Es sociable, pero alerta. Su rutina está marcada por los sonidos del campo y el ritmo de la ganadería brava.
Visitar la finca donde vive William es como viajar en el tiempo. Allí, los visitantes no solo descansan, también aprenden cómo funciona una verdadera ganadería brava. Y claro, conocen a William, quien ya se ha convertido en una especie de anfitrión no oficial. Corre junto a los niños, guía a los adultos y hasta posa en fotos. El entorno es perfecto para desconectar: hay naturaleza, tradición y hospitalidad. Es uno de esos lugares que, si buscas entre las casas rurales Sevilla, realmente vale la pena vivir. Aquí todo es auténtico, sin filtros.
No es casualidad que William tenga ese temple. Crecer entre toros bravos te enseña a tener respeto y a no bajar la guardia. Conoce cada rincón del terreno, cada señal que pueda indicar peligro o calma. Este perro rural no es solo parte de la finca: es parte del alma de la ganadería brava. Muchos vaqueros dicen que William “lee” a los animales como si hablara su idioma. Y en cierto modo, es verdad. Lo observas moverse entre ellos y parece que sabe exactamente qué hacer en cada momento. Es parte del equilibrio natural del lugar.
Aunque su vida tiene momentos de acción, William también disfruta de la tranquilidad. Cuando no está patrullando, duerme en el porche de una antigua casa rural Sevilla, rodeado de flores, herramientas de campo y sillas de mimbre. Sus siestas largas contrastan con sus momentos de alerta total. En esas horas de paz, parece un perro cualquiera, pero no lo es. Tiene un espíritu libre y una misión clara: proteger su hogar. Su conexión con la tierra es tan fuerte que basta verlo caminar por el campo para entender lo profundo que es su vínculo con este entorno.
Lo interesante de William es que no ha sido entrenado como los perros urbanos. Aprendió observando, imitando y sobreviviendo. Su vida es puro aprendizaje en el terreno. La finca, además de funcionar como casas rurales Sevilla, también recibe a voluntarios y estudiantes que quieren entender la ganadería brava desde dentro. William, sin quererlo, es parte del programa educativo. Enseña sin hablar. Muestra lo que significa adaptarse, respetar y formar parte de algo más grande. La conexión entre él y el campo es una lección viva de cómo debería ser la relación entre humanos, animales y naturaleza.
William no tiene fronteras. Aunque su mundo parece limitado a una finca, su impacto va más allá. Las fotos con turistas, los videos que suben los visitantes, sus apariciones en redes sociales... lo han hecho conocido sin que él lo sepa. Pero eso no le importa. Él solo quiere correr, cuidar y vivir su vida de perro rural sin complicaciones. Su historia inspira, sobre todo a quienes buscan experiencias diferentes. En un mundo tan digital, conocer a un perro como William, en medio de una ganadería brava, es volver a lo esencial. Sin filtros, sin postureo.