Saray Fregeneda García, alumna de 1º de Bachillerato, participó en el I Concurso Literario Contra la Violencia de Género, con estas dos preciosas Cartas para un maltratador. Seguro que leerlas mejorará nuestra coinciencia contra esta lacra social. |
LUCÍA
Querida Lucía: ¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas de tu sonrisa de hace unos meses y de tus ojos brillantes y risueños? Yo sí, porque aún los tienes, más demacrados y ocultos pero siguen ahí. Hazlos reaparecer y no te rindas, sabes que eres fuerte y que puedes con todo así que muestra tu lado valiente y no te ahogues más en este túnel, porque al final siempre hay luz. Solo tienes que avanzar.
Ya no hay más maquillaje que oculten todos los golpes, ni más mentiras, ni excusas que lo justifiquen. Si está cabreado, enfadado, molesto o alterado tú no tienes la culpa, tú no tienes que recibir cada uno de sus errores, tú no tienes que pagar por cada equivocación que él cometa, porque te mereces algo mejor.
¿Recuerdas aquellas tardes en las que fantaseabas con ir de viaje y recorrer el mundo? ¿Dónde están esas ganas de vivir, de soñar, de disfrutar de la vida? Deja de sobrevivir, de martirizarte, de esclavizarte… y ¡VIVE! Porque ahora no lo estás haciendo. Cada insulto, cada menosprecio y cada rechazo calan más hondo en ti. Tú le querías, le respetabas y le admirabas pero todo cambió cuando su mano acabó por accidente en ti, o eso decía él. Después de la primera, de la segunda, de la tercera vez, dejo de ser un accidente y comenzó a ser una realidad. Tu lo decías, lo afirmabas, lo gritabas… nunca terminaré en manos de nadie que me haga daño, nunca dejaré que nadie me ponga la mano encima y ahora no sabes cómo salir de aquí, cuando empezó todo ni cuando se convirtió en lo que ahora es. Pero llegó el fin, ahora toca empezar una nueva vida. Ya no esperarás más, ya no te creerás más sus cuentos, sus mentiras, sus los siento. Ya no te hundirás más en esta miseria. Lucía tienes que reaccionar, porque si puedes escribirlo puedes hacerlo.
La Lucía del pasado
SE APAGÓ LA LUZ
Todo estaba preparado, mamá había colocado los zapatos de cristal en la ventana para que esta vez la cigüeña no se equivocara.
-¡Sería una niña! Sin lugar a dudas.
Y así fue, nuestra niña, nuestra pequeña hermanita. Después de su nacimiento en casa todo cambió, mamá y papá estaban encantados con su princesita y nosotros radiantes de felicidad de poder jugar con ella. Nuestro padre no dejaba de repetirnos que teníamos que cuidarla, defenderla pero enseñándole a ser fuerte e independiente. Nuestra familia creció unida con unos padres admirables que nos enseñaron siempre a querer y respetar a los demás.
Pero todo en la vida tiene un antes y un después, tú marcaste nuestro futuro.
-¿Por qué te empeñaste en romper nuestra felicidad?
-Nosotros confiábamos en ti. Papá te la entregó para que la cuidaras y respetaras pero ¿qué paso? ¿Qué paso para que todo cambiara? Todos nos lo preguntamos, todos nos preguntamos qué pasó por tu mente para que acabaras con ella.
María no te pudo hacer nada malo, te quiso como nadie ha querido, te dio un hijo maravilloso ¿y tú qué hiciste a cambio?
Nuestra vida se paro aquel día de verano, papá y mamá dejaron de sonreír, su pequeña se había ido, murieron hundidos en una gran tristeza. Después de tanto tiempo no sé porque me he acordado de ti, quizá porque algún día te consideré mi amigo y ahora tengo el suficiente valor para dirigirme a ti. Creo que ya no quiero respuestas, ni tu arrepentimiento y sé que ya no vendrás a recoger los pedacitos de cristal que quedaron de sus zapatos, solo quiero que sepas que aquel día no solo acabaste con la vida de mi hermana, sino con la vida de mis padres, de mis hermanos y de todo mi ser.
Si alguna vez has vuelto a pensar en tu hijo que sepas que él no sabe la verdad, para él sus padres murieron en un accidente. Le hemos educado igual que hicimos con María y ten muy, muy por seguro que se parece a ella.
Posdata: Me enseñaron que siempre había que perdonar pero por una vez no he cumplido con lo aprendido.
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