Cada cual sigue, y así debe ser, su camino, pero aquellos que hacen bien su trabajo y son capaces de mantener relaciones cordiales con el prójimo, dejan a su paso una estela de gratos recuerdos y vivencias.
Este el caso de nuestra gran compañera de trabajo, Mª José. Mientras escribo estas líneas, no sin cierto retraso, ya disfrutan de su compañia y buen hacer en otro Instituto. Estamos seguros de que allí será igualmente reconocida su excelente labor y valía personal. No alegramos por tu dicha, pero no por tu ausencia. Has dejado entre nosotros inolvidables recuerdos.
Extintores en escuelas: seguridad, prevención y responsabilidad educativa
La educación no solo transmite conocimientos, también forma ciudadanos conscientes de su entorno y de su responsabilidad social. Por eso, la protección contra incendios en escuelas no debe verse como una obligación normativa, sino como una inversión en cultura preventiva. Padres, docentes y responsables de mantenimiento comparten una inquietud legítima: ¿cuán preparados están los colegios ante un incendio? Este artículo nace para responder esa pregunta y guiar decisiones acertadas en materia de seguridad escolar.
Una escuela, con su tránsito constante de niños, adolescentes y personal, es un espacio particularmente vulnerable ante emergencias. Aulas con material inflamable, laboratorios con sustancias químicas, cocinas en comedores escolares o instalaciones eléctricas antiguas pueden ser focos de riesgo. No se trata de sembrar miedo, sino de comprender que una reacción rápida y adecuada puede evitar tragedias. Por eso, contar con sistemas de prevención bien instalados y mantenidos es una prioridad silenciosa, pero vital.
En este contexto, el extintor no es solo un objeto colgado en la pared. Es una herramienta que representa la primera línea de defensa frente a un conato de incendio. Ubicarlo correctamente, revisarlo periódicamente y enseñar su uso básico al personal es parte de un protocolo que salva vidas. Un extintor en funcionamiento puede contener las llamas antes de que se propaguen y den lugar a consecuencias mayores. Es una decisión pequeña que tiene un gran impacto si se toma en serio.
Los extintores que se instalan en centros educativos deben ajustarse a la normativa vigente en España, en concreto al Reglamento de instalaciones de protección contra incendios (RIPCI). Pero más allá de cumplir con la ley, los colegios deben interiorizar que los extintores no son elementos decorativos. Su revisión semestral, el retimbrado cada cinco años y la ubicación visible y accesible son parte de las buenas prácticas. Contar con diferentes tipos de extintores, según los riesgos (eléctricos, grasas, papel), demuestra un enfoque integral y comprometido con la seguridad infantil.
A la hora de comprar extintores para una escuela, no basta con elegir los más baratos. Deben ser apropiados al entorno, tener certificación CE y ser instalados por empresas autorizadas. Además, hay que considerar si se necesita señalización complementaria, anclajes a prueba de manipulación infantil o extintores portátiles que puedan trasladarse fácilmente. La compra se convierte en una decisión estratégica cuando se hace con conocimiento de causa, priorizando calidad, durabilidad y adaptabilidad al entorno escolar.
En 2023, una escuela primaria en Málaga evitó un incidente mayor gracias a la rápida actuación del conserje, que usó un extintor de polvo para sofocar un cortocircuito en un proyector. No hubo heridos ni evacuaciones, solo la evidencia de que un protocolo claro y el equipo adecuado pueden marcar la diferencia. En contraste, un colegio en Zaragoza sufrió pérdidas materiales por no contar con extintores accesibles durante un incendio en el comedor. Estos casos nos recuerdan que la seguridad no puede dejarse para después.
Además de contar con los equipos adecuados, una escuela debe formar a su comunidad en el uso básico de los extintores. Cursos breves para docentes y simulacros con participación estudiantil refuerzan la capacidad de reacción. Los niños no deben manipular los extintores, pero sí reconocer su función y respetar su ubicación. Convertir la prevención en parte del currículo transversal, desde educación física hasta ciencias naturales, es una forma de sembrar conciencia y responsabilidad desde la infancia.
Para garantizar la eficacia de los extintores en escuelas, conviene hacer una evaluación de riesgos específica del centro, instalarlos a una altura adecuada (entre 80 y 120 cm del suelo), señalizar su posición con claridad y revisar los accesos. Es recomendable que cada planta del edificio tenga al menos un extintor, y que estén situados cerca de zonas críticas como cocinas, laboratorios o salidas de emergencia. Contratar una empresa especializada en mantenimiento contra incendios asegura que cada revisión se realice conforme a la normativa técnica.
La prevención contra incendios en entornos educativos no debe recaer únicamente en los directores o jefes de mantenimiento. Toda la comunidad educativa tiene un papel que desempeñar. El personal docente puede participar en la identificación de riesgos, los padres pueden apoyar en la supervisión de instalaciones, y los alumnos pueden formarse como agentes activos de seguridad. Esta corresponsabilidad construye una cultura escolar donde la seguridad no es una imposición, sino una práctica cotidiana y compartida.
Un extintor que cuelga sin hacer ruido, que pasa desapercibido entre el bullicio de los recreos o las reuniones de padres, es un signo de prevención silenciosa. Su sola presencia, mantenida y respetada, puede ser la diferencia entre un susto y una tragedia. Las escuelas deben asumir su papel como espacios seguros, no solo para aprender matemáticas o historia, sino para vivir con responsabilidad. Un colegio que cuida de su gente es un colegio que educa más allá del aula.
Los extintores en escuelas no son un lujo ni un trámite burocrático. Son una muestra tangible de cuidado hacia quienes construyen cada día el futuro: los estudiantes. Invertir en seguridad es invertir en educación. No basta con tener extintores; hay que saber usarlos, mantenerlos y enseñar su importancia. Desde la dirección hasta el último alumno, todos tienen un papel que desempeñar. Y si queda alguna duda, es buen momento para contactar con profesionales y asegurar que cada rincón de la escuela esté preparado para responder cuando más importa.